
El próximo juego de Animal Crossing debe prescindir de la durabilidad de las herramientas
Animal Crossing: New Horizons aportó novedades como la terraformación y la libertad de diseño de islas, pero también introdujo una mecánica de juego que interrumpía constantemente el ritmo relajado: la durabilidad de las herramientas. Aunque encajaba en los juegos de supervivencia e incluso funcionaba en otros títulos de Nintendo como Breath of the Wild, chocaba con la fórmula de simulador de vida de Animal Crossing. Los fans llevan cinco años lidiando con ello, y si el próximo juego aterriza en la rumoreada Switch 2, esta característica debe quedar atrás.
Cuando se lanzó New Horizons, fue elogiado por permitir a los jugadores tomar un control sin precedentes sobre sus islas. Podías esculpir acantilados, redirigir ríos, colocar muebles en el exterior y diseñar barrios de ensueño. Empezar en una isla desierta daba al juego un nuevo bucle de progresión: recoger recursos, construir infraestructuras, atraer aldeanos y, poco a poco, convertir el desierto en una bulliciosa comunidad. La posibilidad de visitar otras islas, tanto online como offline, garantizaba que los jugadores nunca se quedaran sin nada que hacer.
El juego también añadía cambios en la calidad de vida, como el guardado automático, inventarios más grandes, más personalización de los muebles y la herramienta Diseñador de islas, que abría profundas posibilidades de terraformación. Mezclaba el encanto clásico de Animal Crossing (charlar con aldeanos extravagantes, pescar al atardecer, decorar tu casa) con sistemas modernos que enriquecían la experiencia.
Pero la durabilidad de las herramientas fue un paso en la dirección equivocada.
En New Horizons, todas las herramientas tenían una barra de vida invisible que disminuía con el uso. Cuando llegaba a cero, la herramienta se rompía y desaparecía. Al principio del juego, esto significaba gastar constantemente materiales como madera, pepitas de hierro o piedra para fabricar repuestos. Podías mejorar las herramientas para que duraran más, pero nunca eran permanentes.
El problema no era el concepto de mejorar las herramientas, que es una parte antigua y gratificante de la serie. Las herramientas más potentes facilitan la recolección de recursos, y desbloquearlas es una sensación de progreso. El problema era que la durabilidad creaba interrupciones constantes. Imagina pescar, minar o capturar bichos y que tu red o tu pala se rompan en mitad de la sesión. Tendrías que abandonar lo que estabas haciendo, volver a un banco de trabajo o guardar herramientas de repuesto en tu ya limitado inventario.

En juegos de supervivencia como Minecraft o Valheim, la durabilidad tiene sentido: la recolección de recursos y la artesanía son retos fundamentales, y la pérdida de herramientas forma parte del bucle. En juegos de acción como Breath of the Wild, las roturas de armas obligan a la improvisación creativa, lo que añade tensión y variedad al combate. En New Horizons, parecía un trabajo de oficina. No hay un subidón de adrenalina cuando se te rompe la pala, solo irritación y un viaje de vuelta para fabricar otra.
Algunos jugadores esperaban que Nintendo lo solucionara con actualizaciones. El juego recibió mejoras tras el lanzamiento, nuevos eventos y contenido estacional, pero la durabilidad siguió siendo la misma. Si se hubiera eliminado por completo, las herramientas habrían resultado triviales: podías fabricarlas pronto y conservarlas para siempre. Pero había formas de hacerla atractiva sin que fuera una tarea pesada.
Por ejemplo, la durabilidad podría haberse vinculado a eventos divertidos y reactivos. En lugar de romperse directamente, las herramientas podrían entrar en un estado de "desgaste" que redujera su eficacia o produjera efectos extraños hasta que se repararan. O bien, algunos eventos aleatorios podrían aumentar temporalmente la durabilidad, animando a los jugadores a usar más sus herramientas favoritas. También se podría haber adaptado el planteamiento de Breath of the Wild, que convertía las interrupciones en una oportunidad para la improvisación.

Por desgracia, es poco probable que New Horizons se someta ahora a una profunda revisión de sus mecánicas. El juego lleva años en el mercado y su ciclo de actualizaciones principales ha terminado. Eso significa que cualquier arreglo tendrá que venir en la próxima entrega.
Animal Crossing prospera cuando es lento y constante: un bucle relajante de coleccionar, personalizar y conectar con los personajes. La durabilidad de las herramientas interrumpe ese flujo sin ofrecer una recompensa significativa. El próximo juego debería centrarse en una progresión que sea gratificante pero que nunca resulte pesada, dejando que los jugadores se pierdan en el encanto del mundo en lugar de quedarse mirando una mesa de trabajo por enésima vez.
Si Nintendo lleva la serie a Switch 2, tiene la oportunidad de mantener toda la libertad y creatividad de New Horizons y eliminar la única característica que frustraba constantemente a los jugadores. Después de cinco años, la durabilidad de las herramientas ha llegado a su fin, y es hora de que Animal Crossing siga adelante.
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