Análisis de Garfield Kart 2: Caos, Herzog y los límites de las carreras con licencia
Llega Garfield Kart 2: All You Can Drift, una secuela del Garfield Kart: Furious Racing de 2019 que vuelve a poner al gato amante de la lasaña al volante. El resultado es una experiencia a la vez absurda y extrañamente hipnotizante, que refleja sus inspiraciones sin alcanzar nunca su elegancia. En el mejor de los casos, es una diversión caótica que tienta a los jugadores con mecánicas excéntricas y humor de dibujos animados. En el peor, es un reflejo hueco de Mario Kart, un juego incapaz de escapar de su diseño superficial y su escaso contenido.
La reseña de Giovanni Colantonio en Polygon enmarcaba esta entrada como algo más cercano a una narración de Werner Herzog que a un análisis tradicional de carreras, haciendo hincapié en la sombría comedia del descenso de Garfield a la competición obligatoria. Ese encuadre capta a la perfección lo que Garfield Kart 2 intenta ser: una entretenida pero, en última instancia, desechable indulgencia en el exceso de las carreras arcade.
El juego comienza con una ominosa sensación de competición ritualista, presentando las carreras no como un entretenimiento desenfadado, sino como una competición brutal que despoja a Garfield de su principal característica: la pereza. Se ve obligado a participar en circuitos de cuatro pistas, luchando contra Odie, Liz y un puñado de personajes de una lista de ocho. La ausencia de personajes como Doc y Pooky hace que la alineación sea especialmente escasa, limitando la variedad y el atractivo nostálgico que podría haber reforzado la identidad del juego.

Garfield Kart 2 - All You Can Drift está disponible en Steam desde el 10 de septiembre.
Las limitaciones van mucho más allá de la lista de personajes. Las opciones brillan por su ausencia: no hay posibilidad de reconfigurar los botones, ni lobbies personalizables para jugar online, ni ajustes de audio para afinar el choque de bolos y la estridente música de fondo. El modo multijugador en línea se limita a partidas aleatorias en circuitos individuales, lo que despoja a los jugadores de la agencia social que define a la mayoría de los juegos de carreras de karts modernos. Es un sistema rígido que pone el control firmemente en manos de Eden Games, que niega los estándares de calidad de vida que se esperan del género.
Cuando la atención se desplaza a las carreras en sí, Garfield Kart 2 pisa terreno conocido. Los jugadores aceleran, derrapan en las curvas para tomar impulso, se quedan detrás de sus rivales para derrapar y realizan trucos aéreos para tomar impulso. Estas mecánicas se asemejan tanto a las de Mario Kart que parecen débiles sombras de su inspiración. El manejo es más flojo, los derrapes menos precisos y el impulso a menudo se tambalea cuando aparecen los peligros. Las espirales de dibujos animados que se burlan de los conductores aturdidos subrayan la falta de pulido, mientras que los oponentes de la IA a veces se bloquean contra las paredes indefinidamente, rompiendo la inmersión.

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Aun así, el juego ofrece momentos de extraña delicia. Las piezas desbloqueables ofrecen una personalización menor, ajustando la aceleración o la velocidad para dar a los jugadores una apariencia de control sobre el rendimiento. Las opciones cosméticas, como el sombrero de Nermal, permiten expresarse en un juego que, por lo demás, carece de profundidad. Estas peculiaridades, aunque superficiales, aportan breves destellos de personalidad.
La verdadera fuerza de Garfield Kart 2 reside en sus circuitos. Elaborados con sorprendente esmero, toman prestados modelos de diseño clásicos a la vez que añaden nuevas capas de personalidad. Una ciudad del Oeste permite a los jugadores volar por los tejados de una taberna, mientras que un escenario de temática pirata evoca las curvas cerradas de Ghost Valley con atajos que recompensan la exploración. A pesar de estar limitadas a 12, estas pistas representan la fuente de interés más constante del juego, demostrando un ojo creativo para el diseño que las propias mecánicas rara vez igualan.

Aun así, la emoción es efímera. Las carreras de 150cc ofrecen momentos de emoción a toda velocidad, pero se ven mermadas por un ecosistema online poco profundo y unos menús estériles que limitan la inversión a largo plazo. El juego empieza a parecerse más a un tentempié azucarado que a una comida: satisface al momento pero se olvida rápidamente.
Colantonio captó esta contradicción con un sentido del humor fatalista:
"Sabes que Dios lo desaprobaría, pero ¿qué hay de malo en un dulce bocado de basura?". - Giovanni Colantonio
Ese sentimiento define el atractivo de Garfield Kart 2. Es una indulgencia sin sustancia, un placer culpable que se apoya en lo absurdo más que en su ejecución. Como el propio Garfield, el juego encarna la pereza y la glotonería, tentando a los jugadores a disfrutar de su caos a pesar de saber que existen alternativas mejores.

Las comparaciones con Mario Kart son inevitables, y Garfield Kart 2 hace poco por evitarlas. Toma prestada la estructura, la mecánica y el tono visual, pero nunca desarrolla una identidad lo suficientemente fuerte como para valerse por sí mismo. El resultado es una imagen reflejada a través de un cristal emborronado, reconocible pero distorsionada, familiar pero tosca. A pesar de sus esfuerzos, carece de la precisión y la variedad de los líderes del género, lo que la reduce a una curiosidad más que a un contendiente.
La falta de características se hace cada vez más evidente con el paso del tiempo. Sin una comunidad online significativa, una personalización limitada y sólo una docena de circuitos, el juego no puede mantener un interés prolongado. Incluso la IA muestra grietas, tropezando con muros y rompiendo la fluidez de las carreras. Estos defectos acentúan la naturaleza amateur del proyecto, convirtiendo el caos de absurdo deliberado en frustración involuntaria.
Aun así, es difícil descartar Garfield Kart 2 de plano. Su extraño encanto, alimentado por la incongruencia de Garfield en un escenario de carreras de alto riesgo, garantiza que deje algún tipo de impresión. Las pistas, aunque escasas, muestran destellos de diseño inspirado. Los sombreros y las piezas desbloqueables ofrecen una diversión tonta y superficial. Toda la experiencia parece un abrazo a la indulgencia, un recordatorio de que incluso los juegos con licencia de bajo presupuesto pueden hacerse un hueco como diversión culpable.
Al final, Garfield Kart 2: All You Can Drift no es un juego que redefina las carreras de karts. Es un juego que se inclina hacia lo absurdo, ofreciendo un entretenimiento fugaz envuelto en limitaciones y defectos. Para algunos, esa indulgencia será suficiente: un bocado azucarado de basura que merece la pena saborear en momentos de diversión sin grandes pretensiones. Para otros, la falta de pulido, características y variedad hará que no sea más que una distracción pasajera.
Garfield Kart 2 se encuentra en la intersección de la parodia y la sinceridad, un juego que parece una sátira del género al tiempo que intenta captar su espíritu. Es indulgente, defectuoso y superficial, pero innegablemente lo bastante extraño como para tentar a los jugadores curiosos a dar una vuelta más por sus pistas iluminadas con luces de neón.
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