Un juego sigue estando solo en lo más alto de la historia de los análisis
Metacritic lleva décadas registrando el consenso de la crítica y, sin embargo, sólo un juego ha alcanzado nunca los 99 puntos. Ese título sigue siendo The Legend of Zelda: Ocarina of Time, un lanzamiento de 1998 que continúa ostentando la puntuación agregada más alta de la plataforma. Ningún otro juego, en todas las generaciones, plataformas o géneros, ha igualado esa cifra.
La diferencia entre Ocarina of Time y cualquier otro lanzamiento pone de manifiesto lo poco frecuente que sigue siendo la aprobación casi universal en la crítica de videojuegos. Aunque el volumen de críticas ha aumentado y las normas de puntuación han cambiado, el techo no se ha movido. Gracias a ScreenRant, se ha vuelto a prestar atención a lo singular que sigue siendo ese logro, especialmente en un panorama en el que incluso los lanzamientos más célebres luchan por mantener el consenso.
Las puntuaciones perfectas siguen siendo teóricas en la agregación a gran escala. Mientras que los medios individuales pueden conceder las máximas puntuaciones, el sistema de promedios de Metacritic no deja margen para la discrepancia. Una sola crítica mixta puede hundir incluso lanzamientos emblemáticos. Con el tiempo, docenas de juegos aclamados han entrado en el rango de los 90, pero ninguno ha cruzado el territorio que Ocarina of Time reclamó y nunca abandonó.
La posición del juego no es simplemente producto de la nostalgia o del momento oportuno. Ocarina of Time marcó un antes y un después en el diseño de juegos en 3D. Su sistema de fijación de objetivos resolvía los problemas de combate espacial que aquejaban a los primeros títulos poligonales. El control de la cámara, la estructura de las mazmorras y la narración del entorno formaron una plantilla que adoptaron los desarrolladores de toda la industria. Estos sistemas no eran refinamientos de ideas existentes, sino soluciones estructurales a problemas sin resolver.

Revisitar el juego hoy en día revela los límites de su época. Los controles resultan más rígidos que en la actualidad y algunas mecánicas muestran su antigüedad. Sin embargo, estos problemas no han alterado significativamente su prestigio. Los críticos siguen sopesando el impacto histórico junto con la jugabilidad actual, y Ocarina of Time sigue siendo sólido en ambos aspectos.
La atmósfera y el ritmo contribuyen a su resistencia. La transición entre la infancia y la edad adulta da peso a la narrativa sin recurrir a un exceso de exposición. La exploración se desarrolla con moderación, fomentando la observación más que el espectáculo. La música y el diseño de sonido refuerzan el ambiente sin abrumarlo. Estos elementos han envejecido con más gracia que las referencias técnicas.
Otros juegos se han acercado. Títulos como Grand Theft Auto IV y SoulCalibur II alcanzaron una Metascore de 98, situándose solo un punto por debajo de la cima. Breath of the Wild, otra entrega de Zelda, logró un 97 mientras redefinía las convenciones del mundo abierto. Cada uno de estos juegos obtuvo una amplia aclamación y una influencia duradera, pero ninguno alcanzó el mismo nivel de unanimidad.
A medida que las puntuaciones descienden desde los 90, el número de títulos aumenta considerablemente. La diferencia entre un 95 y un 99 suele reflejar más desacuerdo que calidad. Esta distinción es importante porque Metacritic no mide la grandeza de forma aislada, sino el consenso entre publicaciones con diferentes prioridades, regiones y audiencias.
La presencia de los editores en los primeros puestos de la clasificación también es reveladora. Nintendo y Rockstar Games representan la mayoría de los títulos entre los diez primeros de Metacritic. Ambos estudios comparten un historial de largos ciclos de desarrollo, una clara dirección creativa y un énfasis en el diseño sistémico. Aun así, sólo uno de sus lanzamientos alcanzó el umbral de los 99 puntos.
La persistencia de la puntuación de Ocarina of Time sugiere que el momento es tan importante como la ejecución. Lanzado durante un periodo de rápida transición tecnológica, el juego llegó cuando aún se estaban formando expectativas. No sólo las cumplió, sino que las definió. Los títulos posteriores suelen someterse a un mayor escrutinio porque operan dentro de marcos establecidos.
El papel de Metacritic en la configuración del discurso ha crecido a la par que la industria. Las puntuaciones influyen ahora en el marketing, los premios y la percepción pública. Sin embargo, la nota más alta de la plataforma sigue vinculada a un juego lanzado antes de que los parches en línea, los servicios en directo o las actualizaciones posteriores al lanzamiento se convirtieran en algo habitual.
Más de veinticinco años después, Ocarina of Time sigue ocupando una posición singular. Su Metascore de 99 se ha convertido no tanto en un número como en un punto de referencia. Cada nueva entrega se compara con ella, y todas se quedan cortas, no siempre por calidad, sino por consenso.


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